Lo peor del cambio climático a la vuelta de la esquina

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Es el reconocimiento al trabajo de muchos años del Grupo de Geociencias Oceánicas de la Universidad de Salamanca.

Francisco Javier Sierro recibirá hoy el Premio Castilla y León de Protección del Medio Ambiente. Este salmantino, miembro del Grupo de Geociencias Oceánicas del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca, destaca por sus investigaciones científicas acerca de los cambios climáticos ocurridos en el pasado, sobre todo del Mar Mediterráneo, un trabajo que sirve para entender mejor el cambio climático actual y la influencia que tiene el ser humano. En una entrevista concedida a DiCYT reflexiona sobre estas y otras cuestiones que afectan a las Ciencias de la Tierra.

 

Pregunta: Recibe usted este premio después de que el pasado año se lo llevase su compañero José Abel Flores.
Respuesta: Es el reconocimiento al trabajo de muchos años del Grupo de Geociencias Oceánicas de la Universidad de Salamanca. A nivel nacional, estamos entre los dos o tres grupos principales y a nivel internacional, colaboramos con científicos de Europa y de Estados Unidos.
P: ¿Cuáles son los principales méritos que acumula a lo largo de su carrera?
R: Investigamos sobre cambios climáticos no recientes, aunque llaman menos la atención de los periodistas que el cambio climático actual. Son cambios bruscos que se produjeron, por ejemplo, en el Mioceno, con episodios como la desecación del Mar Mediterráneo y otros cambios bruscos que afectaron al Ártico o a la Antártida.
P: Para ello ha viajado usted por todo el mundo. ¿En qué consiste exactamente su trabajo?
R: Analizamos los sedimentos de los fondos oceánicos de miles de años, que contienen microfósiles que vivieron en épocas concretas gracias a corrientes cálidas o frías. Pueden ser conchas, por ejemplo, que nos ofrecen un registro del clima del pasado y nos dan pistas acerca de los cambios de clima que se produjeron.
P: ¿Qué utilidad tiene este tipo de investigación?
R: Conocer el clima de la Tierra antes de que el hombre influyera en él. De esta manera podemos saber mejor cómo lo estamos modificando y podemos estudiar los mecanismos que regulan los niveles de CO2, que están ligados a las temperaturas. Si conocemos los ciclos naturales, podremos entender mejor la respuesta del clima ante una perturbación no natural.
P: Porque está claro que el cambio climático actual es responsabilidad del hombre…
R: Existen muy pocas dudas. Es un cambio que aún está iniciándose y todavía es relativamente pequeño, lo peor está por venir. Cuando se incrementa el CO2 de forma natural, suben las temperaturas, aumenta el deshielo y con él, el nivel del mar. Ahora, aunque el incremento fuese natural, hay que añadirle la acción del hombre. En 100 años lo veremos con claridad, es un escenario desconocido porque nunca ha habido tanto CO2.
P: ¿Qué retos tiene la investigación científica sobre cambio climático?
R: Existen muchas vías de investigación abiertas y el estudio del CO2 es una de las más importantes. Se sabe cuándo se ha producido en el pasado, pero no porqué y tampoco se conocen bien estos ciclos. La clave está en averiguar estos mecanismos.
P: Sin embargo, no parecen ser buenos tiempos para la investigación en Ciencias de la Tierra. ¿Recomendaría usted a los jóvenes seguir sus pasos?
R: La situación no es la mejor en ningún campo y hay determinados ámbitos de las Ciencias de la Tierra que no han experimentado crisis. Por ejemplo, las materias primas tienen en la actualidad precios muy altos y muchos geólogos encuentran trabajo en compañías petroleras. Otros tenían salida en la construcción y, lógicamente, sí les ha afectado la crisis, pero la tendencia tendrá que cambiar en cinco o seis años. También hay que tener en cuenta que en la actualidad hay pocos alumnos y tienen más posibilidades.
P: ¿Podrán dedicarse a la investigación?
R: Hay oportunidades en el ámbito internacional. Este año hemos tenido cinco o seis tesis de alumnos que se irán a universidades del extranjero con contratos posdoctorales. El problema es cómo volver, el retorno está muy complicado, pero en los próximos cinco o diez años se van a jubilar muchos profesores universitarios y un investigador no se forma en tres días. Seguramente, con la crisis no se cubrirán todas esas plazas, pero habrá posibilidades de aquí a 10 años. Soy optimista pero no a corto plazo.

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