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La ambición de la Unión Europea por alcanzar el 20% de energía renovable en 2020 y la senda de éxito que ha abierto la eólica marina en el mar del Norte han creado una alquimia con mucho futuro. Las aguas profundas europeas se van llenando paulatinamente de aspas. Considerada hasta hace apenas cinco años como una hermana muy pequeña de la eólica terrestre, los molinos de viento marinos han acortado su recorrido de desarrollo. La Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA, en sus siglas en inglés), prevé que en poco tiempo, apenas 15 años, la potencia instalada de la eólica offshore, como se conoce esta tecnología en la jerga del sector, superará a su actual primogénita.
En 2020, los 52.000 megavatios previstos en Europa representarán casi el 23% de toda la potencia eólica que se prevé para entonces, nada menos que 230.000 MW, frente al 4% actual. Para 2030, la EWEA prevé que la potencia eólica marina acumulada en el Viejo Continente se sitúe en 150.000 MW y que la inversión anual en el sector alcance los 16.500 millones de euros, con una inversión acumulada de 140.000 millones entre 2020 y 2030.
Mientras Estados Unidos se concentra en la eólica terrestre por las idóneas condiciones de viento y de sus instalaciones (en 2008 fue el mercado eólico más grande del mundo), Europa se está dedicando a invertir en tecnología que le permita liderar el mercado eólico marino en los próximos años. De los 75.000 megavatios que la EWEA estima que se instalarán en todo el mundo en la próxima década, más de 52.000 MW estarán localizados en Europa, seguida de China (19.600 MW) y muy de lejos por Estados Unidos y Canadá, que aglutinarán 2.000 MW entre ambos países, según los cálculos de la consultora especializada BTM Consult ApS.
En este esquema de enorme potencial de crecimiento, “España está en peligro de perder el liderazgo que han logrado sus compañías en energía eólica terrestre”, explica desde Bruselas Justin Wilkes, director de políticas de la EWEA. El Plan de Energías Renovables aprobado por el Gobierno a mediados de este año mantiene el objetivo del Plan de Acción de Energías Renovables (Paner) que el Ejecutivo presentó a la Comisión Europea en 2010, de alcanzar 35.000 MW de potencia instalada en tierra en 2020, pero merma drásticamente los objetivos para la tecnología marina, de los 3.000 MW previstos a 750 MW.
“Si los 2.250 MW que se han restado a la eólica marina se hubiesen trasladado al objetivo de eólica terrestre, se lograría un ahorro importante para la economía española, ya que según el propio Plan de Energías Renovables, el coste de generación de la eólica será en 2014 similar al del mercado eléctrico”, según ha explicado el presidente de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), José Donoso.
Ante el parón de la eólica terrestre por falta de un marco retributivo más allá de 2012 y la reducción de los objetivos en offshore, las empresas españolas están llevando sus inversiones y planes de negocio al norte de Europa. El consorcio formado por ScottishPower Renewables, filial de Iberdrola, y Dong Energy, pondrán en funcionamiento en 2014 el parque eólico de West of Duddon Sands, al sureste de Inglaterra. Es la primera incursión en eólica marina de la compañía y “el mayor acuerdo de aerogeneradores para un parque eólico de su historia”, según la propia empresa. El gigante Siemens, líder en la fabricación y operación de turbinas, suministrará los 108 aerogeneradores de 3,6 MW, un salto tecnológico para este mercado, que para ser competitivo deberá incrementar la potencia de cada turbina y aprovechar mejor el viento y los emplazamientos. El parque de West of Duddon Sands suministrará energía eléctrica a 300.000 hogares británicos.
En este país también quiere desembarcar la navarra Gamesa, en su próxima alianza con Iberdrola. Se espera que ambas compañías firmen en breve un acuerdo para desarrollar parques eólicos terrestres en Europa. La unión incluye el desarrollo de Gamesa Energía en Reino Unido, donde la eléctrica tiene importantes proyectos, sobre todo offshore.
Francia es otro de los destinos inminentes para las compañías españolas. El Gobierno de Nicolas Sarkozy quiere explotar el potencial de su litoral y ha sacado a concurso hasta 6.000 megavatios de potencia de aquí a 2020. Iberdrola pujará de la mano de la francesa Areva para aspirar a la gestión de dos de las cinco zonas eólicas marinas que el Gobierno galo licitará en breve y que podrían sumar entre 1.500 y 3.000 MW, según cálculos de Iberdrola.
En España, Acciona y el astillero Navantia han sorprendido con su decisión de seguir adelante con la proyección de un parque eólico en la costa de Cádiz. Ambas compañías sellaron un acuerdo a mediados de este mes para dar un empujón al desarrollo de la eólica marina en España. Es la primera vez que un astillero entra en el negocio de las renovables, y aportará al proyecto el desarrollo de cimentaciones fijas para la instalación de los aerogeneradores, torres meteorológicas, buques y plataformas y estudios logísticos y de análisis de las capacidades portuarias en España.
Ambas compañías apuestan por el actual liderazgo de España en eólica terrestre para “aprovechar las oportunidades derivadas del espectacular desarrollo de este sector previsto en las próximas décadas y evitar verse desplazada del grupo de países que van a liderar el aprovechamiento del viento marino en la producción de electricidad”, según ha explicado la empresa Navantia tras el reciente acuerdo. El punto negro son los pescadores y la industria turística no quieren ver molinos de viento a pocos kilómetros de la costa gaditana, porque temen un impacto negativo en sus respectivas actividades.
Las cifras
23% representará la eólica marina en Europa en 2020 respecto al total de la energía del viento en este continente.
16.500 millones de euros alcanzará la inversión en tecnología ‘offshore’ en 2030.
750 megavatios de potencia prevé el Plan de Energías Renovables en España, una merma de 2.250 MW respecto a los 3.000 MW previstos.
FUENTE: CINCODIAS.COM
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